jueves, 16 de mayo de 2013

JUEGOS

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POESÍA







 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La luna, siempre

Por Ana María Rodas

Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo
rasga mi piel con su delgada luz
Cae sobre mi pelo
con la levedad de una sirena
que no se hubiera dado cuenta
que no posee piernas
Solivianta mi sangre
me enciende de locura
me regala una piel fosforescente
y me convierte
aceite hirviendo
en fauna
(cascos y cuernos y cabello desbocado
bajo el lúbrico soplo de lo oscuro)
 
 
 
 
SERENATA PARA GIOCONDA DORMIDA
ANTONIO RODRÍGUEZ ( MÉXICO 1977)
 
 
Tú no sabes, Yoko
que yo soy un cacto triste
-miserable-
una nube de huesos remendados
un tractor pidiendo permiso
para despegar.
Tú no sabes, Yoko
que una canción es un charco de tiempo
un árbol errante
y que montado en mi potro
de trapo y estopa
cantando mis himnos
cabalgo dejando un rastro de lodo
en las alfombras del rey.
En cambio, mi Yoko, tú sabes
hacerle el amor a una silla
cantar al compás de las puertas
cerrar las ventanas
en vísperas del huracán
Tú, Yoko
tienes los brazos de luna
que busca Cosette
por eso te canto
sin despertarte.
Entérate niña
este arrullo
de letras
es tuyo.
 
 
SIEMPRE EMPEZÓ A LLOVER

Siempre empezó a llover
en la mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.

Creo que lo sabías
y que favoreciste la desgracia.
Siempre olvidé el paraguas
antes de ir a buscarte,
el restaurante estaba lleno
y voceaban la guerra en las esquinas.

Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.
Julio Cortázar
 
 
 

miércoles, 15 de mayo de 2013

CHISTES








QUÉ GUAPO

- Papá, ¿qué se siente tener un hijo tan guapo?.
- No sé hijo, pregúntale a tu abuelo...





SUICIDIO

- ¿Por qué se suicidó el libro de matemáticas?.
- Porque tenia muchos problemas.




EN EL BARCO

- Capitán, ¿Puedo desembarcar por la izquierda?
– Se dice por babor...
– Por babor Capitán, ¿Puedo desembarcar por la izquierda?




TARZÁN Y EL RATÓN

¿Qué le dice Tarzán a un ratón?
- ¡Tan pequeño y con bigote!.
- ¿Y qué le dice el ratón a Tarzán?.
- ¡Tan grandote y con pañal!.

CUENTO

Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y como a la muchachita le gustaba tanto y la llevaba siempre puesta, todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelita que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino. Cruzar el bosque era muy peligroso, ya que el lobo siempre andaba acechando por allí.
Caperucita Roja metió los pasteles dentro de su cestita y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas, las mariposas y los conejitos...

De repente , Caperucita vio al lobo delante de ella., era enorme!
- ¿A dónde vas, muchachita?- le preguntó el lobo con su voz ronca.
- A casa de mi Abuelita - le dijo Caperucita.
- No está lejos - pensó el lobo para sí, se dio media vuelta y se fue...
Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, ya no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve este hermoso ramo de flores además de los pasteles.
Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, y llamó suavemente a la puerta . La anciana le abrió pensando que era Caperucita. De lo que no se dio cuenta el lobo es de que un cazador que pasaba por allí había observado su llegada.
El lobo devoró a la Abuelita, se puso su gorro rosa y las gafas, se metió en la cama y cerró los ojos.
No tuvo que esperar mucho, Caperucita Roja llegó enseguida, muy contenta. Entró en la casa, se acercó a la cama y vio que su abuelita estaba muy cambiada, y le preguntó:
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un leñador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido después de la comilona.
El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.
Para castigar al malvado lobo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, haría caso de las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.